27 de junio de 2006

Un buen sancocho

Me parece que veo a mis amigas de Antioquia diciendo pero si yo hago así y a la otra, yo lo hago asa. La verdad es que cada una ponemos de nuestra parte su toque y su sazón aunque tenga una receta general.
Lo siento pero yo todo lo hago al cálculo. Cuando vivía el abuelo, podíamos estar en casa quince personas para almorzar, eso que en Europa y México dicen comer, y otras, sólo estábamos él y yo.
Se los voy a contar pensando en cuatro personas.
Ocho tazas grandes de agua, un kilo de carne de falda en trozos grandes y cebolla en rama picada y sal. Lo pones al fuego máximo 15 minutos, luego media hora a fuego lento.
Pasado ese tiempo tendrás listo tres plátanos machos y verdes, picados (con la mano, nada de cuchillo), dos yucas medianas en trozos y finalmente cuatro papas medianas en trozos. Aumentas unos quince minutos al fuego y luego, nuevamente, fuego lento.
Pasada media hora agregas cuatro mazorcas de maíz en trozos.
Una vez esté blando todo esto que en Colombia llaman los paisas revuelto, se agrega cominos, azafrán y un poco de pimienta y dejas un rato para coger el sabor.
Aparte haces un rehogado con cebolla en rama, tomate, pimentón. Lo puedes dejar en la mesa para que cada persona ponga en su plato al gusto o juntarlo de una vez con el sancocho.
Aparte, picas cilantro que se mezcla en cada plato.

Se sirve todo junto y se le puede dar un toque con una gotas de limón y acompañar de aguacate o repollo picado muy fino con sal y limón.
Para unas buenas ganas de sancocho no importa el calor o el frío. ¡Buen provecho! Y si nunca los has preparado, lánzate a la tarea. Me superarás, estoy segura.

20 de junio de 2006

Para suavizar las penas

Si una pena profunda te invade, te acompañará a donde vayas. Quizá unos días de soledad ayuden pero no muchos porque a lo mejor es la via a la depresión.
Las amigas o amigos son un buen bálsamo al igual que un buen brandy. Te sube la presión
y le pone una chispa a tu tristeza.
Caminar, recibir el sol en las horas adecuadas (hasta las doce del día y depués de las cuatro de la tarde, dicen los expertos)para que las llamadas hormonas de la alegría respondan a las súplicas de tu corazón.

13 de junio de 2006

La abuela de Extremadura

Cuenta la abuela María José

"En mi pueblo se guardaban los lutos de una manera tan rigurosa que resultaba exagerada. En Extremadura era y sigue siendo tradicional hacer unos dulces típicos en Semana Santa, se llaman "bollas", caseras, riquísimas, con harina, huevo, aceite de oliva, azúcar y los rellenos de cabello de ángel, de almendras, de mermeladas caseras de tomate, melocotón, melón.... Las que se rellenan son las empanadillas. Esto en plan dulce. Luego también se hacían para los hombres otras empanadillas gigantes, que se llaman "hornazos", rellenas de chorizo, éstas se las llevaban al campo para almorzar, eran auténticas bombas energéticas. Se hacían en cada casa y participaban todas las mujeres de la familia, en torno a la mesa camilla, eran reuniones entrañables y divertidas, allí se podían oir todos chismes y los disparates posibles. Por la mañana se preparaba la masa, que era un trabajo para forzudas, todo a base de puños hasta que la masa "casaba". Se dejaba reposar en un barreño de barro durante horas y ya por la noche después de la cena era cuando todas nos poníamos a preparar las bollas, teníamos moldes de diferentes formas, de corazón, de estrella, redonda con hueco en medio, los de las empanadillas..., las íbamos colocando en latas, que eran las que luego iban al horno. Las bollas eran cubiertas con adornos tipo clara de huevo batida y azúcar, confites de colores.... Una que nos gustaba hacer en especial era la llamada "pavita", se hacía con formas inventadas, casi siempre de lagarto y encima se ponía un huevo cocido, que se sujetaba al lagarto con dos tiras cruzadas de masa. Quedaba preciosa. Luego el domingo de resurrección y el lunes de pascua, que era cuando se salía al campo a pasar el día (se llama "ir de gira"), la broma era cascarle el huevo en la cabeza al que anduviera más despistado.
El caso es que en las casas donde había un luto, esta tradición no se cumplía, se suponía que era algo lúdico y en una casa de luto todo tenía que ser tristeza. Entonces, para que esas familias no se quedaran sin comer sus bollas, las vecinas les mandaban unas cuantas. Yo me acuerdo de chica haciendo el reparto que me mandaba mi madre, en un plato se ponían diez o doce piezas variadas, se tapaban con una servilleta y hala, a casa de la fulanita o la menganita, a decir: que de parte de mi madre aquí le traigo unas bollas para que las prueben, era como un disco rallado. Entonces la fulanita te daba las gracias y unas pesetillas de propina. A mí me daba mucha vergüenza ir a las casas, pero no me quedaba otra porque le tocaba impepinablemente a la más chica de la casa, así que mi hermana se salvaba.

7 de junio de 2006

Las abuelas somos mujeres

Cuando somos abuelas por primera vez, nos encontramos ante un choque emocional: la felicidad y el cambio de condición que imponen las circunstancias. Es social, es familiar y desde luego, soy yo y lo que familia y sociedad me han dado.
Esa cognotación de abuela parece que nos hace mayores, no importa que edad tengamos, parece que dejamos de ser sujetas de deseo o que ya no cuentan para nosotras, que debemos entrar en el terreno de la "total disponibilidad" para las y los otros. Y ¿Qué hemos hecho hasta este grato momento?
Permítanme decirles hijos, hijas, nietos, nietas y toda esa querida vecindad, me gusta ser abuela para disfrutar por momentos o por cortos periódos; quiero transmitir alegría y mis conocimientos y experiencia, me gusta colaborar pero no abusen de mi tiempo.
Llegamos a una edad en la que deseamos vivir y cumplir sueños que dejamos aparacados; alguna de mis amigas quiere viajar y les aseguro que siendo realistas, no nos queda todo el tiempo del mundo; otra se apasiona con la escritura. Tiene mucho que contar y enseñar, es memoria, es historia; Concha, siempre deseó estudiar y ahora se dispuso a aprender informática. Su deseo es comunicarse con el mundo. Y así, Pilar, María, Almudena, Juana...
Yo, quiero ser solidaria sin dejar de pensar en mí. ¿Es tan difícil de entender? No quiero que decidan por mí. "Llevo a mi madre, la traigo, la dejo..." "Mamá esto no te conviene, mamá por qué..."
Quiero que respeten mis decisiones y mi independencia que mucho me ha costado.
Y como pueden leer, hoy me alejé de mis tradicionales consejos para recordarles que las abuelas somos experiencia, ternura y no sé cuántas categorías más...No lo olviden: Somos mujeres.