27 de marzo de 2006

Para el dolor de cabeza

Decía Ramón, ese amigo suyo que parece que sabe de todo, que la palabra papa es quechua, y que los españoles la confundieron con la batata que conocieron en Haití. También me contó que en Irlanda, después de tres semanas de lluvia, entre 1845 y 1851, murió un millón de personas...Y ¿sabe por qué? Porque la gente se quedó sin papa para comer.
Pero hoy no vamos a hablar de cosas tristes. Déjeme que recomiende la papa contra el dolor de cabeza. Ponga atención mija:
Unas rodajas de papa sobre la frente y la sien, bien sujetadas por un pañuelo o un paliacate. Una vez se calientan, se cambian por otras frescas.
No tiene contraindicaciones.
Hágalo y me cuenta cómo le va a usted o a la gente que lee su...¿cómo me dijo que llama?
-Blog, abuela, blog.
-Pues eso, que le digan si les sirvió o no.

20 de marzo de 2006

Para la cruda, guayabo o resaca


Para esos males buscados les puedo recomendar hervir una taza de agua con dos cucharadas de linaza, conocida también como lino.
Bébanla con el fervor del que se ha pasado de copas por celebra sus 15, 30, 50 o sesenta tacos, por creer que matará una pena o exagerar una alegría. Por la razón que sea.
Y como sé que no van a dejar de beber (así sea de vez en cuando), entonces utilicen la misma agüita para mejorar la flora intestinal, pero mucho mejor si la dejan al sereno y la toman en la mañana.
¡Cuídense!

13 de marzo de 2006

Historias de siempre*

El muchacho tenía muy mal carácter. Su padre le dio una bolsa de clavos y le dijo que cada vez que perdiera la paciencia debía clavar uno detrás de la puerta.
El primer día clavó 37 clavos.
A la semana siguiente, a medida que aprendía a controlar su genio, clavaba menos clavos. Descubrió que era más fácil controlar su genio que clavar clavos detrás de la puerta.
Llegó el día en que pudo controlar su carácter durante todo el día. Después de informar a su padre, éste le sugirió que retirara un clavo cada día que lograra controlar su carácter.
Los días pasaron, y uno cualquiera, el joven pudo anunciar a su padre que no quedaban más clavos para retirar de la puerta. El hombre un tanto mayor, tomó de la mano a su hijo y lo llevó hasta la puerta. Le dijo:
-Has trabajado duro hijo mío pero mira esos hoyos en la puerta, nunca más será la misma. Cada vez que tú pierdes la paciencia, dejas cicatrices como las aquí ves. Tú puedes insultar alguien y retirar lo dicho y del modo como se lo digas lo devastarás y la cicatriz perdurará.
Una ofensa verbal es tan dañina como una ofensa física. Los amigos son joyas preciosas, además los has elegido tú. Hay que cuidarlos.

*Esta historia se la contó Sophia desde Suiza a su amigo Fernando Más, el periodista Zopilodones. Murió en Madrid, 2003

6 de marzo de 2006

Una buena taza de chocolate

La abuela recuerda que el chocolate es un buen remedio para combatir el frío, para mejorar el ánimo y para mantener un cabello sano.
-¿Cómo se prepara?
-Sencillo, sencillo.
Un cuarto de panela para tres tazas de agua. Póngalo a hervir y cuando esté listo añada unas rajitas de canela, un poco de nuezmoscada rayada, cinco clavos y desde luego seis tabletas de chocolate sin dulce.
Déjelo hervir una vez y bata con molinillo, si, si, de los antiguos que todavía los venden. Regrese la vasija al fuego y bata de nuevo después de que suba. Repita por tercera vez la operación.
-Abuela, ¿por que debe hervir tres veces?
-Pa´que no le duela el estómago.
Sólo queda que lo sirva con unas ricas arepas y si lo prefiere, pues pan.
-Yo sé que venden un buen chocolate para hacerlo como a mí me gusta, en Colombia y en Galicia.