2 de junio de 2008

Fortaleza, paciencia y alegría para los malos tiempos

Para el tiempo que vive Colombia, muy largo por cierto, nos quedan algunos recursos: fortaleza, paciencia y alegría.

En la fortaleza encontraremos nuestra fuerza moral para continuar con el día a día que se presenta con pequeños logros, con el abrazo de un amigo, las palabras de una amiga, la solidaridad, el apoyo de quienes sienten como suya una pérdida porque como decía el poeta John Donne, no preguntes por quien doblan las campanas, doblan por ti.

Y con la fortaleza en una mano, llevaremos la paciencia en la otra, casi como una forma de sobrevivir para no quedarnos en el desespero que sólo atropella nuestras ideas y nubla los sentimientos. Dice un adagio chino que nadie espere sentarse a la sombra de un árbol que sembró el día anterior. Y no es porque la búsqueda de otro país empezara ayer, sino porque repensarlo desde otra óptica es reciente y construir lo que deseamos desde la justicia, tardará.

¿Alegría? No podemos quedarnos sólo en el dolor. Haremos nuestros duelos, lloraremos a nuestros muertos y exigiremos justicia. ¿Qué sería de Colombia sin su alegría, su humor ácido y sus rumbas? Parafraseando a Unamuno, Del sentimiento trágico de la vida, ya tenemos bastante como para dejar de lado una sonrisa, un baile, un aguardiente…

No importa, desde la experiencia, esta abuela recomienda mantener la rebeldía con fortaleza, paciencia y alegría. No importa que lloremos, lloremos cuanto queramos.