8 de enero de 2008

Una etapa ha terminado

El nuevo año: el 2008. Llegó sin mucho ruido pero sí con los rituales propios de la fecha. No pedí nada diferente a vivir, a vivir, a recorrer caminos y abrir puertas. Y con este deseo, tomé el primero de enero un libro que me apetecía releer, Juan Salvador Gaviota. Me llegó un diálogo que antes había quizá comprendido con la razón y no con el corazón. -¡Casa no tengo! Bandada tampoco tengo. Soy un exiliado. Y hora volamos a la vanguardia del viento de la Gran Montaña. Unos cientos de metros más, y no podré levantar más este viejo cuerpo. -Sí que pudes, Juan Porque has aprendido. Una etapa ha terminado, y ha llegado la hora de que empice otra. Tal como le había iluminado toda su vida, también ahora el entendimiento iluminó ese instante de la experiencia de Juan Salvador gaviota. Tenían razón. Él era capaz de volar más alto, y ya era hora de irse a casa. Echó una larga y última mirada al cielo, a esa magnífica tierra de plata donde tanto había aprendido. -Estoy listo -dijo al fin. Y Juan Salvador Gaviota se elevó con las dos radiantes gaviotas para desaparecer en su perfecto y oscuro cielo. (Del realto de Richard Bach). Y quizá mi recomendación en esta oportunidad es decirles, retomen de vez en cuando esas lecturas que han marcado su vida.

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